marzo 24, 2009

Lentejas con Lindano


El beso del neandertal
Roberto ORTEGA


Lentejas para Borobia

Las lentejas, ese terrorífico plato de muchas infancias, son ricas en magnesio y, aunque la maldita legumbre se asocia al dicho de rima consonante de "si quieres las comes y si no las dejas", lo cierto es que esa disyuntiva casi nunca se presenta en una mesa con una madre/madre con más que sólidos criterios sobre alimentación, con lo que las diminutas pastillitas marrones, emponzoñadas en un caldo de color similar, sólo tienen un camino: el que lleva al estómago.

En Borobia también abunda el magnesio debajo de sus zapatos, y los vecinos, al final, van a tener que tragarse las lentejas (léase mina), sí o sí.

El pueblo tiene un gentilicio (y no se ofendan, que nos conocemos) que suena algo extraterrestre. "A las naves chicos, nos atacan los borobianos", diría un capitán espacial cualquiera en una entrañable película de ciencia ficción de los años 50. Y cierto toque estratosférico tuvo la localidad en sus mejores tiempos de Ayuntamiento en manos de independientes, observatorio astronómico incluido.

Ahora ya no han de alzar sus ojos tan alto, sino más bien dirigir su mirada bajo la corteza terrestre, de la que saltarán por los aires miles y miles de toneladas que dejarán al descubierto la ansiada magnesita, mineral que si se azota con luz ultravioleta dicen que tiene una luminosidad hipnótica.

Como el dinero que caerá en el pueblo por tener la instalación minera tan cerca. El problema aquí es el mismo que en todo este tipo de actividades económicas de alto riesgo ambiental: que nadie tiene muy claro si supone el principio de unos tiempos mejores, con innumerables cuernos de la abundancia, o el comienzo del fin del pueblo, que sería abandonado por sus gentes, huyendo quizás de pestilentes emanaciones del subsuelo.

Pero, sin esta explotación, ¿qué posibilidades de subsistencia tiene Borobia en una provincia como Soria en los próximos 30 años? Lo más seguro es que muchas menos que si se abre la mina. Además, ahora se hacen maravillas en restauración del entorno. Así que, en dos décadas más, ni la notaremos.


Pd. Si me lo publican, noticia con comentario


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