"Al final me he acabado identificando con la empresa como si se hubiera tratado de un personaje novelesco. Ha pasado por todo tipo de problemas y crisis en sus más de 60 años de historia, y ha acabado sobreviviendo y hasta triunfando. Es un ejemplo de tenacidad". Ésta es la reflexión que realiza Juan Gracia Armendáriz, pamplonés de 42 años y periodista, escritor y profesor universitario, de su libro Cuero de montaña.
Esta obra recoge, "a modo de relato", la historia de esta empresa minera de Zubiri (valle de Esteribar) nacida en 1945 tras descubrirse una mina de magnesita en Eugi. "Es un libro coral, al que ponen voz distintos trabajadores, gerentes, técnicos y agentes sindicales de su historia", señala el autor.
"Su redacción, encargada por la empresa a una editorial madrileña con la que yo trabajo, fue para mí todo un reto, pues no sabía ni qué es la magnesita ni conocía la empresa, aunque sí la había visto muchas veces al pasar por Zubiri", reconoce. El libro presenta catorce capítulos y puede dividirse en dos partes: una de contexto (minas romanas en Navarra, inversión nazi en la minería española, la magnesita, etc.), y una segunda con la historia de la empresa.
Un origen "muy interesante"
Juan Gracia tilda de "muy interesante" el origen de la empresa. "Eliseo Belzunce Lizarraga, ingeniero de minas de Bearin (valle de Yerri) vinculado al mundo de la siderurgia vasca, conoció al baztanés Francisco Echeverría (de Elbete), un albañil que guiaba por la zona a técnicos que buscaban minerales. Congeniaron, y fruto de su colaboración llegó el hallazgo de una importante veta de magnesita en Eugi, que denunció Belzunce", recuerda el autor. "Denunciar" una mina equivale a anunciar su existencia a la autoridad competente y reclamar los derechos de explotación del subsuelo.
Eliseo Belzunce alcanzó un acuerdo con industriales de los Altos Hornos de Bilbao y acerías de Legazpi para explotar este hallazgo. "Estas plantas se valían de la magnesita como masa refractaria (escudo protector) para sus hornos. Formaron una sociedad en agosto de 1945", relata Juan Gracia. Después de que el párroco de Eugi impidiera la creación de una planta de tratamiento del mineral junto a la cantera ("para evitar que se convirtiera en un pueblo minero como los del Oeste"), Magna la levantó en Zubiri.
"La empresa cambió el valle: llegó para trabajar gente de Salamanca y Pamplona, muchos vecinos dejaron el monte y la ganadería para trabajar en ella (hubo hasta 400 empleados en los 70), la capital del valle pasó sobre 1978 de la Venta de Aquerreta a Zubiri, que había crecido mucho...", enumera.
En 1966 entró al accionariado la empresa alemana Didier. "Era puntera en el sector en Europa, y trajo buena tecnología, pero tuvo fuertes fricciones con los primeros accionistas, algo que encima coincidió con el auge de un fuerte sindicalismo en los 70. Fueron años complicados", explica.
"Ya en los 80, ante la crisis del sector, la empresa estuvo a punto de quebrar. Tuvo de intervenir el Gobierno de Navarra y, tras dos planes de viabilidad, acabó comprándola en 1988 y reflotándola", apunta. "Se alcanzó un acuerdo con los sindicatos, se saldó la deuda contraída con la Seguridad Social, se puso freno junto con otras empresas del sector a la importación de magnesita barata de China, se limpió la zona de la contaminación producida años atrás... Magna volvió a generar beneficios en los 90 y acabó por ser en 1996 la empresa pública con mayor volumen de negocio", afirma.
En 2000, se vendió Magna al grupo francés Roullier. Emplea hoy a 150 trabajadores. Tiene un volumen de negocio de 35 millones de euros y exporta el 70% de su producción. Trabaja todavía con material de la cantera de Eugi, a la que le quedan unos 6 años de vida.
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