febrero 12, 2007

Borobia silenciada

Borobia silenciada
PACO ALCÁNTARA

Los sesudos especialistas que a partir de hoy ser reúnen en el Foro Soria 21 no tendrán la oportunidad de escuchar a los vecinos de Borobia. Una pena, no han sido invitados. Muchos de ellos podrían explicarles con ejemplos prácticos qué es eso del «desarrollo sostenible. Soria, la referencia», que da título a este encuentro. Ellos sí son un modelo a exportar. Llevan años en pie de guerra para que no se autorice la explotación de un yacimiento de magnesita que destruiría los acuíferos de la comarca. Gracias a este contencioso, la Junta y la Diputación de esa provincia les niega, sistemáticamente, el pan y la sal. Este castigo ha unido al pueblo como una piña, han regresado muchos jóvenes que habían emigrado y se han puesto en marcha iniciativas empresariales que llevan el marchamo de «desarrollo sostenible», porque han servido para asentar población y demostrar que se puede generar riqueza sin dañar el entorno.
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Pero en este congreso tienen hueco quienes critiquen la deforestación de la Amazonía, incluso alguno que se oponga, siempre genéricamente, al desarrollo urbanístico descontrolado. Pero, ojo, nada de sacar los colores a los prebostes locales.
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Políticos, empresarios y hasta el nuncio del Papa han sido convocados para hablar de los desequilibrios demográficos. Ofrecerán cifras aterradoras que ocuparán titulares periodísticos. Eso sí, dejarán abierta una puerta a la esperanza propondrán un programa para atraer inmigrantes y repoblar este semidesierto castellano.
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Cuando estos análisis se escuchen en Borobia soltarán carcajada, ¿para qué traer gente de fuera cuando están echando a los que han regresado?, se preguntarán en voz alta.
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Aún no les he contado que este pequeño pueblo a los pies del Moncayo, en la frontera entre Soria y Zaragoza, lo gobierna un grupo de jóvenes que decidieron regresar a su pueblo, crear un candidatura independiente y «tomar el consistorio» para dar vida y poner en marcha nuevos proyectos empresariales en una localidad que tuvo una floreciente actividad ganadera y minera, pero que, como tantas otras, estaba abogada a desaparecer.
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Aprovecharon los mil metros de altitud en los que se asienta el caserío y la ausencia de pueblos cercanos para construir sobre las ruinas del castillo un observatorio astronómico, el único de estas características en Castilla y León, en el que imparten cursos didácticos para conocer el firmamento desde un mirador donde apenas existe contaminación lumínica. ¡Algún beneficio tiene la despoblación!
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En estos años, además, han llevado a cabo un programa para crear casas rurales, han definido y señalizado sendas que llevan al viajero por los márgenes del río Manubles y adecentaron los entornos. Todo hubiera sido idílico. Hoy, Borobia serían un modelo de desarrollo sostenible y estaría en boca de muchos dirigentes políticos. Precisamente el asunto sobre el que debatirán los especialista que acudan al Foro Soria 21. Pero, levantaron la voz para oponerse a la explotación de una mina de magnesita.
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Desde entonces, no han recibido ni un euro de las administraciones. Tampoco han incluido el Observatorio en ninguna ruta escolar. Por no aparecer, ni los nombran en los folletos turísticos.
Pero Borobia existe, no es ningún sueño, aunque más de un politicastro lo pierda cada vez que escucha el nombre de este pueblo de nuevos numantinos.
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