OTRA DE PORRAS EN ARTIEDA
Sacar las porras a pasear
está de moda y, si algo tiene de democrático cuando se trata de
desmontar movilizaciones pacíficas, es que no discrimina a las que
ocurren en un pequeño lugar y, tal como están los medios de mayor
difusión, difícilmente será noticia a nivel nacional. Sí, pequeño
lugar Artieda de Aragón, pero no por ello menos grande la causa por
la que allí hace años que se lucha y que, de nuevo, ha merecido los
mamporrazos de los mantenedores de un orden donde caben muchos
disparates.
Lo
sucedido el pasado 10 de octubre en Artieda es la confirmación de
que al poder le incomoda mucho que haya quienes no se dobleguen a la
apisonadora del “porque sí”. Desde que en mayo de 2001 Jaume
Matas pusiera la primera piedra del recrecimiento de Yesa –primera
piedra también del trasvase, como bien dijo el entonces Ministro de
Medio Ambiente- los conatos de paseo militar no han cesado en ese
territorio. Arias Cañete puede estar contento en su retorno a la
plana mayor del gobierno, pues al menos en el empecinamiento, los
fondos y las formas no han cambiado pese a las reforzadas razones en
contra del citado recrecimiento.
Ver
a los vecinos de Artieda, a los miembros de la Asociación Río
Aragón y de otros colectivos que les apoyan a pocos metros de
quienes acudieron a abrir paso como fuera a los técnicos de la CHE
que iban a proceder a las expropiaciones, produce pena, indignación
y rabia. Sería muy limitado descargar únicamente contra el Partido
Popular la protesta que esta actuación merece. ¿Qué cabe esperar
del PSOE, que también aboga por embalsar todos los ríos que
circulen por sus mapas? Oportunidades tuvieron los socialistas de
paralizar este dislate y, sin embargo, lo consintieron desde el mero
borrar de su diccionario la palabra trasvase –cuando procedía
según el guión político, se hablaba de transferencia temporal de
caudales-, pero manteniendo intocable ese concepto de reservas
hídricas que la ciudadanía ha hecho suyo llamándolo “las obras
necesarias” aunque muchos todavía no sepan detallar cuáles son
esas obras cuasidivinas a las que se refieren. Y es que en 2012,
independientemente de quien desgobierne, en materia de medio ambiente
continuamos igual que en la gloriosa España de Aznar, con sequías
pertinaces, previsiones de regadíos imposibles y cuencas
excedentarias frente a cuencas deficitarias.
En
fin, que el tiempo ha pasado en balde, como vueltas de cangilones
vacíos de una noria que sólo aporta desazón a quienes siguen
sufriendo la amenaza de ver sus vidas pisoteadas por más pantanos y
mueve a la crispación a los observadores más sensibles que ven cómo
las cuentas de los megaproyectos se vuelven rosarios de desfases y
agujeros que, como las fallas de las laderas de Yesa, no pueden
repararse ni frenarse con efectivos armados a lo Santaliestra -¡ah
aquella toma del pueblo, con María Campo como improvisada
Agustina…!-, como si fueran a rodar una película protagonizada por
los peores demonios de Jánovas, esos que, como un cáncer mal
curado, de vez en cuando arremeten con la única fuerza que les
asiste, la de la sinrazón.
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Victoria Trigo Bello
Escritora
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